22 de marzo de 2010

Las corridas de toros. Por Samuel Gracia Ceprián

Una tradición cultural, una fiesta, un arte……



1ª pregunta: ¿Sufren los toros menos que las personas?.

En primer lugar, para calificar esta pregunta como científica o filosófica hay que plantearse qué entendemos por sufrimiento. Este concepto es muy amplio en el ser humano, tanto en sus diferentes causas como en sus manifestaciones, por tanto aquí no es posible una comparación completa, pero si nos ceñimos al padecimiento causado por el dolor físico y las emociones de carácter más primario, como el miedo y la ira, e incluso la tristeza, creo que podemos establecer una correlación entre los humanos y los toros, y en general entre todos los animales que denominamos mamíferos superiores.



Una vez delimitado el concepto de sufrimiento que es aplicable a la cuestión, tenemos que preguntarnos si este se puede o no someter a algún tipo de medición mediante experimentación (*). En un primer acercamiento a la cuestión, lo primero que se me viene a la mente es que el dolor es algo completamente subjetivo, en el sentido de que sólo el que lo siente puede experimentarlo y tener la certeza de que lo está sufriendo. Es cierto que podemos comunicarlo de diversas maneras, pero no se trata en ese caso de un conocimiento directo, sino de una experiencia referida, lo cual complicaría su estudio desde el punto de vista científico. Sin embargo, si comparamos las manifestaciones que muestran las personas ante este sufrimiento (excluyendo el lenguaje verbal), con las que expresan los mamíferos superiores, y buscamos reacciones de respuesta comunes, creo que tenemos una base para dicho análisis científico. A continuación expongo las que a mi parecer resultan las más obvias: respiración agitada, subida de la presión sanguínea y el ritmo cardiaco, contorsiones faciales, convulsiones, gritos (cada especie a su manera), sudoración, huida del objeto o ser que se considera una amenaza o que causa el dolor, o bien agresión al mismo como respuesta de defensa, y por último, en el caso de la tristeza, abatimiento general del individuo, que se manifiesta por una inactividad o rechazo a realizar las actividades normales, sin que ello se derive de enfermedad u otro trastorno físico.

Teniendo en cuenta todas estas señales que son comunes en ambos casos, estoy seguro de que a pesar de la subjetividad del concepto de sufrimiento que ya he comentado, la moderna biología en sus correspondientes especialidades (etología o estudio del comportamiento animal, fisiología, etc..) así como la medicina y la psicología, tienen herramientas para medir y cuantificar, mediante el análisis y comparación de la intensidad de dichas señales, el grado de sufrimiento en ambas especies, con la suficiente precisión como para dar una respuesta aceptable a la pregunta que planteamos. Por tanto concluyo que esta es una pregunta de carácter científico, y paso a continuación a exponer mi respuesta a la misma:

En primer lugar, me remito a las señales de sufrimiento que ya he descrito anteriormente. Si bien no puedo aquí cuantificarlas mediante experimentación, el hecho de que sean comunes al ser humano y al toro ya es un indicio claro de afinidad, máxime si además tenemos en cuenta el hecho conocido de que el sistema nervioso de los mamíferos superiores es muy similar en todas las especies, si obviamos las complejidades propias de las funciones superiores del cerebro humano, que no afectan al concepto de sufrimiento que estamos tratando aquí. Además añado a esto que es propio de muchas especies animales el tener unas capacidades sensoriales más agudas que el hombre, que les sirven de ayuda para la supervivencia en su entorno natural. Por tanto no sería descabellado afirmar que es posible que puedan sentir el dolor incluso con mayor intensidad que nosotros. Todo ello me lleva a concluir, en base a los conocimientos limitados de los que dispongo, que los toros sufren al menos en grado similar al nuestro ante el dolor físico y otras condiciones adversas que limiten o impidan su estado natural de actividad o reposo. No tienen una mente racional como nosotros, pero al igual que el resto de los mamíferos superiores (incluidos nosotros) sí podemos decir que son seres conscientes.

(*) Aquí me estoy refiriendo a dos de las características principales que según hemos visto en el tema diferencian a la ciencia de la filosofía: la matematización (que es algo implícito cuando se hacen mediciones de cualquier tipo) y la experimentación.

2ª pregunta: ¿Se deberían prohibir las corridas de toros?

Al cuestionarnos qué tipo de pregunta es esta, lo primero que llama la atención es el comienzo de la misma, con ese “¿Se deberían prohibir…”, lo cual nos indica que lo que se está planteando aquí es una cuestión moral, es decir, estamos hablando de si es un acto bueno o malo permitir que se esté haciendo sufrir a estos animales para dar un espectáculo público. Pero entonces nos podemos preguntar: ¿bueno o malo para quién?. Yo entiendo que los conceptos de bien y mal absolutos no se pueden definir, o ni siquiera pueden existir, si no es desde el punto de vista del ser humano, es decir, de lo que nosotros consideramos bueno o malo, y en el caso que nos ocupa somos nosotros los que tenemos la facultad para permitir o no el sufrimiento de los animales. Ellos no tienen capacidad de hacer el mal o el bien, puesto que no están dotados de una mente racional, pero sí tienen capacidad de sufrir, por lo cual entiendo que son dignos de consideración moral por nuestra parte. Pero, ¿existe una moral universal?. Podemos decir que las diferencias culturales entre los diversos pueblos y grupos sociales, y también entre los que se han ido sucediendo a lo largo de la historia, implican cambios morales sobre múltiples cuestiones (lo que se considera reprobable en un sitio o en una época determinada es aceptado en otro), por tanto la moral en una sociedad es un concepto variable. Sin embargo, yo creo que el ser humano tiene un instinto moral innato ante determinadas situaciones que nos son comunes a todos, y que este instinto es independiente de la tradición cultural, de la educación y demás influencias que recibimos de nuestro entorno. Por ejemplo, ante el acto de matar o de causar dolor sin motivo (sin que nos sintamos amenazados o tengamos una necesidad), tanto un egipcio del año 2000 a. C., como un francés del siglo XIX, o yo mismo, sentimos el mismo rechazo instintivo, aunque en una determinada cultura se puedan justificar estos actos y se los considere aceptables según esa moral específica, reprimiendo de esta forma ese rechazo inicial. Por el contrario, sentimos una emoción muy diferente cuando contemplamos un acto de bondad, como cuando alguien se sacrifica para que un ser querido pueda vivir. Desconozco el origen de este sentido innato del bien y del mal. Es posible que se haya formado a lo largo de la evolución de nuestra especie, como una herramienta biológica que nos ha permitido unirnos en grupos y ser capaces de convivir y sobrevivir.

Una vez dicho todo esto, si supusiéramos que la pregunta que nos planteamos es de carácter científico, esto implicaría que debería poder contestarse mediante el uso de métodos rigurosos de experimentación, que ofrecieran una prueba concluyente de la certeza de la respuesta. Existen ciencias sociales y especialidades como la sociología, o la psicología social, que tienen procedimientos científicos para estudiar la sociedad y su comportamiento, y por ejemplo mediante el uso de la estadística determinar cual es la opinión mayoritaria de la población con más o menos precisión, pero eso no resuelve la cuestión moral que nos estamos planteando. Por tanto creo que estamos ante una pregunta de carácter filosófico, ya que no son posibles aquí métodos empíricos, sino sólo razonamientos lógicos aplicados al conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno, para de esta forma intentar buscar una respuesta. Cosa que por cierto me toca a mí hacer ahora:

No puedo decir simplemente que hay que prohibir las corridas de todos porque mi instinto moral me dice que está mal, al menos si quiero vivir en este mundo y no en el País de Fantasía, ya que no sería una respuesta aceptable en la vida real. Todos queremos en principio el bien y rechazamos el mal (al menos si estamos mentalmente sanos). El problema viene cuando se produce un conflicto de intereses. Es un acto cotidiano en todas las sociedades actuales el causar la muerte a muchos animales. Tenemos que matar cerdos, gallinas, vacas, etc.. para alimentarnos. También mueren e incluso desaparecen muchas especies debido a la expansión de la humanidad por el planeta, y muchos animales sufren y mueren en experimentos científicos (algunos son muy importantes para la medicina, otros solamente para producir cosméticos…). Todas estas prácticas nos causan mayor o menor rechazo en función del motivo que las justifica, es decir, dependiendo de si el beneficio que producen a la mayoría de la sociedad justifica el daño que causamos. Si matamos para alimentarnos, esto lo consideramos necesario, incluso es un procedimiento habitual aturdir a los animales en los mataderos para evitarles sufrimiento. Sin embargo, en otros de los casos que he descrito la conclusión sería más discutible, ya que no está tan claro que el motivo sea suficiente para apaciguar la desazón que nos producen estos actos. Este es el caso de las corridas de toros, ya que el espectáculo o entretenimiento que dan a una parte de la sociedad no es ni de lejos fundamento suficiente para justificar el dolor y el sufrimiento que se está causando continuamente a estos animales. No encuentro admisible tampoco el argumento de que hay familias que dependen económicamente de la llamada fiesta nacional: también hay personas que vivían (y lo siguen haciendo en algunos sitios) de la matanza de focas o ballenas, de la caza y pesca indiscriminada, etc.., y son prácticas que rechaza la mayoría de la sociedad y están prohibidas en muchos países donde antes se realizaban. Vemos así que la tendencia moral en la mayoría de las sociedades actuales (y ahora hablo de la moral cambiante a la que me referí antes, no de la moral humana innata), es minimizar cada vez más el daño que causamos a los animales. Incluso en un campo mucho más susceptible de discusión que el tema taurino, como es el de la investigación médica, por entrar en juego la salud humana, están surgiendo modelos sintéticos e informáticos que en muchos casos evitan realizar la vivisección en animales, y en todo caso está práctica cruel se está restringiendo a las investigaciones sobre el cáncer, y otras consideradas prioritarias. Si en estas sociedades modernas se están haciendo esfuerzos en este sentido ¿no es un anacronismo y un retraso moral el que se celebren todavía estos espectáculos sangrientos?


Concluyo por tanto que las corridas de toros deberían prohibirse, en virtud del daño moral que suponen, sin que haya un beneficio moral superior que las justifique, como sí ocurre en el caso antes comentado de matar para alimentarnos. El hecho de que en España todavía no hayan desaparecido es una cuestión que trataré en la siguiente pregunta.


3ª pregunta: ¿Por qué en la actualidad todavía se celebran corridas de toros en España?.




Vamos a determinar antes que nada, como así se nos requiere, qué clase de pregunta es esta. En una primera impresión parece similar a la pregunta anterior, que ya califiqué como filosófica, en el sentido de que estamos tratando otra vez con motivaciones y emociones humanas. Sin embargo, de la misma forma que antes me referí a las disciplinas científicas como la sociología y la psicología social para argumentar que estas no podían dar una respuesta científica, veamos ahora si pueden hacer frente a esta:

Según las definiciones de sociología y psicología social que encontramos en Wikipedia, estas ciencias emplean métodos empíricos para estudiar la sociedad desde una perspectiva histórica, así como el comportamiento humano en base a la influencia que ejerce en él el resto de la sociedad. Creo por tanto que aquí no se trata de hacer un juicio moral, como en el caso anterior, sino de analizar un hecho, un fenómeno que se produce en nuestro país, estudiando el comportamiento de la población, sopesando la influencia que los hechos históricos han tenido en la sociedad actual, y analizando la misma con todos los recursos científicos de los que disponen actualmente estas ciencias, para determinar finalmente los motivos por los cuales todavía hay un significativo porcentaje de espectadores dispuestos a ver corridas de toros, bien en las plazas, bien por televisión. Por tanto entiendo que estamos ante una pregunta de carácter científico. A continuación voy a intentar dar una respuesta, la cual por cierto no puede ser científica, puesto que aunque la pregunta sí lo sea, como ocurrió con la primera de esta tarea, sólo puedo aplicar el razonamiento lógico y los hechos conocidos por mí, y por tanto no puedo ofrecer resultados comprobados empíricamente.

En primer lugar, creo que el espectáculo taurino ofrece unos ingredientes que atraen a la gente: la emoción del peligro, el morbo de contemplar el acto de matar, etc.. El motivo de esa atracción no lo sabría decir, ni viene ahora al caso intentarlo, pero creo que es similar a la que sentía el público del Coliseo romano ante las luchas a muerte de los gladiadores, o más recientemente las ejecuciones públicas de reos. También a muchos nos atraen las películas de acción o de miedo por ejemplo, aunque claro, la diferencia con los casos anteriores es evidente. ¿O quizá no sea tan evidente?. Yo creo que muchas de los espectadores de las corridas de toros, si fueran realmente conscientes del sufrimiento que está teniendo el animal mientras todos dicen ¡olé!, saldrían avergonzados y abochornados de la plaza para no volver jamás. Pero esto es lo que yo creo, y sin embargo lo que se me pide aquí no es una opinión sino un razonamiento, así que sigamos con él:

Al igual que ocurre con muchos otros fenómenos sociales, las causas que motivan la celebración de corridas de toros en la actualidad deben ser muy complejas y obedecen a múltiples factores (históricos, psicológicos …). Dentro de mi limitado conocimiento del tema, expondré a continuación las que a mi juicio son los más importantes:

Causas históricas: Hace unos cuantos siglos eran comunes y aceptados en otros países europeos, como Francia o Inglaterra, diversos espectáculos en los que se practicaba la tortura de animales, como peleas de perros, grotescas atracciones de feria en las que se mataba “por diversión”, etc.. Sin embargo, paulatinamente, y en especial desde el surgimiento del llamado Pensamiento Ilustrado en Europa allá por el siglo XVIII, dichas prácticas se han ido prohibiendo y son ya muy minoritarias, casi inexistentes, en los países de nuestro entorno. Sin embargo España sigue conservando multitud de “fiestas populares”, aparte de la “fiesta nacional”, en las que se mortifican animales, muchas veces toros, otras veces cabras, etc.., y que son continuamente denunciadas por asociaciones defensoras de los animales. Yo creo que esto es debido en parte al aislamiento cultural en que cayó España precisamente desde el surgimiento de la Ilustración en Europa, y que en el siglo pasado fue prolongado con la dictadura de Franco. Solamente desde hace unas décadas nuestro país ha cogido el tren del progreso, pero al parecer estos años no son suficientes todavía para desterrar los actos aberrantes que son llamados “tradiciones culturales”, y en el caso de las corridas de toros, incluso “arte”.

Causas culturales: Para reconocer a los animales como semejantes nuestros (muchos olvidan que nosotros también somos animales), ser conscientes del dolor que se les causa, y rechazarlo en consecuencia, es necesario tener un conocimiento de ellos. En España, en gran parte debido al aislamiento cultural antes mencionado, todavía hay muchas personas, que incluso teniendo una educación universitaria, no tienen lo que yo llamaría “cultura de la naturaleza”. Recuerdan de sus años de estudiante vagas clasificaciones de animales (vertebrados, mamíferos, etc..), pero ni en sus estudios ni en la influencia que han recibido de su entorno cultural hay una conciencia real de nuestro lugar en la naturaleza, de nuestras afinidades como “parientes” que somos del resto de seres vivos a los que ha dado lugar la evolución. Mientras no sean conscientes de esto, no podrán sentir esa empatía que es necesaria para dar a todos los seres con capacidad para sufrir la consideración moral que merecen. Esta situación afortunadamente creo que está cambiando en los últimos años.


Otras causas propias de la sociedad actual: Hoy en España, como en muchos otros países, la población está muy influenciada por los medios de comunicación. Como sabemos, los medios privados están condicionados por el beneficio comercial de las empresas que los financian, y los medios públicos están igualmente condicionados por el gobierno (aunque en teoría deberían ser más imparciales ya que se supone nos representan a todos). Digo todo esto porque pienso que los grupos empresariales que explotan las corridas de toros, que son los más interesados en que continúe “la fiesta”, hacen, como es de esperar, todo lo posible para seguir en el negocio, y presionan para que tanto medios públicos como privados sigan apoyando esta actividad, dándole bombo e incluso presentándola como un orgullo de la cultura española ante el mundo. Como he dicho, la población actual creo que se deja llevar en demasía por todo lo que ve y oye en los medios de comunicación (porque leer, se lee poco por desgracia). La gente (hablo en términos generales) no se cuestiona las informaciones que recibe. Es frecuente escuchar frases del tipo “Sí, te digo que eso es verdad, pero ¡si lo han dicho en la tele!”. A esto se añade que estamos tan bombardeados continuamente por todo tipo de noticias penosas, que la sociedad se está insensibilizando cada vez más. Ante tantas desgracias humanas que vemos diariamente ¿por qué iba a nadie a preocuparse por los toros? ¡Si además los anuncian en la tele como una gran fiesta! ¡Eso no puede ser nada malo hombre!

Para concluir, no puedo dejar de mencionar el hecho de que hay personalidades de todos conocidas (escritores, actores, etc..) que se declaran a favor de las corridas de toros, y que poseen sin embargo un alto nivel cultural e intelectual. Algunas de estas personas cuentan con mi sincera admiración (y la de muchísima gente), por su obra y por su personalidad, y lógicamente está fuera de mi alcance el analizar las motivaciones que les llevan a tener esta opinión, pero creo que en todo caso no suponen un porcentaje significativo como para descartar las causas que anteriormente he expuesto en mi intento de responder a esta última pregunta, teniendo en cuenta que el objeto de análisis aquí es la sociedad en su conjunto.